sábado, 8 de septiembre de 2007

EL NACER AYER, EL NACER HOY


Ayer un diecinueve de julio corría desesperado
con la emoción en mi mente
ya era hora del nacimiento esperado
mi primogénito señores
era la felicidad a borbotones que fluía,
la ciudad toda se detuvo
por un paro laboral, entonces
pude presagiar lo difícil que sería
de la vida de este mi vástago varón
con ojos como aceitunas, buen peso
y sano, abrace a mi esposa
sellando con un beso nuestra felicidad
y su dolor, que pasaba desapercibido
con ese pedazo de nuestras vidas.

Queríamos un hijo perfecto
y no supimos ser padres para ello
la imperfección cundó
queríamos lo mejor sin saber si él
ese pedazo de nuestras almas, lo quería así
en vez de padre fui ogro,
lo veo a él un adulto ya
treinta años después,
lo veo y fluye la alegría y
esperando una vez mas verlo nacer
para que ahora él pueda hacer
de su vida una cosa mejor,
ya lo padres no podemos criar
pero el amor y la enseñanza
lo ha de en rumbar por el camino verdadero
de verdad y bondad
!pequeño niño una misión
has de cumplir¡
ahora adulto y padre también
ser recto en el caminar
transparente y veraz
sabedor de tus actos y su repercusión
ya no es solo él.

Lo miro desde lejos y sé
que es un técnico en cerrajería
un buen técnico en computación,
colaborador con buena intención y labia
no necesita de mentir
diciendo que es otro,
tiene una identidad que fortalecer
tratando de evitar error
que con la cárcel podría pagar
y eso no sucedera jamás
con calma y la fé en Dios
trabajando duro y cumpliendo su palabra
saldrá adelante
con los amores de su vida,
su esposa y sus hijas
que dependen solo de él
solo necesita nacer hoy
muriendo al ayer
despertar como nuevo.

Desde aquí este rincón personal
ruego que él me escuche
y utilice sus fortalezas
que trabaje y sea paciente
solo asi el estará con Dios
Ser es dificil, no ser es fácil
sea realista es dificil, soñar es fácil
hay que trabajar
para alcanzar los sueños,
Te amamos con toda el alma
hijo mío,pero hoy la vida es tuya
sigue adelante, tienes todo lo necesario
sigue adelante...
tu nacer hoy
será brillante.

jueves, 6 de septiembre de 2007

FLAJELOS DEL ALMA

Cucho corría por las calles del puerto, cuyas calles con subidas le parecían montañas o mejor toboganes impresionantes, será porque su talla era de apenas ochenta centímetros, pequeño era él, gordito, frente ancha, pelo lacio y con una fuerza física increíble, lo que le permitió liderar a un grupo de muchachos de su edad, seis años entonces: El Cholo, William, el Grillo, el Cantante y el Chino subían por los techos y jugaban a la guerrita, a las carreras que fomentaba un señor de la tienda de la esquina de su casa y que posteriormente fuera preso por alguna culpa, entonces estaba en el jardín de niños, frente a la iglesia de su puerto querido Pacasmayo, una casa de madera grande muy grande donde un día la profesora le jalaba las orejas porque él decía que agua se escribe “gua”, considerando que la bolita de la “ge” tenía la “a” incorporada cosa que la señorita no entendía y Cucho no comprendía, un día la profesora salió y les dejaron solos en el jardín, fue cuando Cucho armó una revolución promoviendo el juego en la resbaladera donde hizo que todos subieran a la vez y el resultado fue fatal, ésta se rompió y todos cayeron felizmente nadie salio herido, bueno casi nadie, solo Cucho que al llegar la profesora fue despedido del jardín, ¡expulsado! , salió triste con destino a su casa, eran todavía las diez de la mañana, aun sin comprender lo que pasaba, era solo un juego pero aun le ardía la oreja y los gritos de incorregible, llegó al pié de la escalinata de la iglesia la cual le pareció gigantesca, le dolía tener que subirla con el peso de la culpa que se le dio, al llegar a casa generó cólera por su proceder de parte de unos, y pena de parte de otros, era un pequeño, si pero pequeño malandrín.

Su madre decidió ponerlo en otra escuela donde la disciplina era lo máximo, reconocida por todos en el puerto, la escuela de la señorita Llontop, y comenzó a ir, pero igual se aburría, los amigos con los que siempre jugaba le hacían interesante la vida, con ellos iba a los evangelistas para pintar imágenes de Dios acariciando y abrazando a los niños como un padre, aquel que él nunca tuvo pero deseaba tener, y a muchos trato de llamar papá pero solo lo hizo a Don Aníbal un tío cercano de la familia a quien estimo hasta su muerte, dos padres muertos, que soledad cubría su vida, aun siendo el décimo de una gran familia que seguramente querían lo mejor de él, otras veces iba a cantar en casa del tío el dentista y le daban su propina, o la radio “Americana” con el Cantante y otras veces se metía en casa del carpintero a jugar con sus hijas y frente de su casa también allí se quedaba a jugar para no ir a la escuela hasta que lo pescaron y le dieron una paliza, claro no con palos, sino con una “verga” así le llaman a un instrumento de hilachas de cuero trenzadas que también utilizan para arriar a los caballos, algo similar a las riendas, lloró entonces de vergüenza, de rabia por que había sido atrapado.
En una oportunidad, Chirley, su hermana, quedo en casa, y él se fue a vagar por allí todo el día, lo cual causó preocupación y cuando llego, ella agarró un periódico lo estrujo dándole forma de un palo y luego prendió con fuego y se lo paso a Cucho por las piernas para evitar que siga siendo un mataperro, escena que asustó a Cucho quien no atinó sino a llorar y pedir perdón que no lo volverá a hacer, lo que ciertamente era un mentira.

Entonces ya no fue más al jardín de infancia, pero el año siguiente le encargarían la misión de encaminarlo al profesor Lezcano, hombre pelado, gordo, pero muy buena persona, paciente con Cucho que solo pensaba en la palomillada, fue cuando estando en primer año, que se organiza un paseo para los alumnos de cuarto y quinto año, el lugar de destino era el campo de aterrizaje donde se volarían unas cometas gigantes con forma de avión, tan grandes eran que se utilizaba sogas para sostenerlas en el aire, aventura que Cucho no se podía perder así que como siempre con una mentira logró que su buena madrecita le preparase el fiambre, el día del paseo salió de casa y se escondió en la esquina de la escuela, no entró, solo esperó que saliesen los paseantes para colarse entre ellos e ir al paseo cosa que logró, en la algarabía del vuelo de las cometas él jugaba con las piedras y arena, entre sus pantaloncitos cortos sintió un picotazo en la nalga y chilló saltando y dándose de palmadas en el trasero, gritaba, la picadura de un alacrán lo hizo llorar por lo que de inmediato fue descubierto que no debía estar allí y fue remitido a su casa, donde su madre le aplico en el lugar de la picadura medio limón con sal previamente calentado en la cocina, y de nuevo chilló, pero lo tomo como un castigo a la desobediencia.
Su madre y hermanos decidieron ir a vivir a otro puerto, el de Salaverry donde solo cambió el escenario ya que Cucho seguía en las andadas, era entonces castigado severamente, con la verga y jalones de oreja con chucaque, en Salaverry la vida era mas emocionante salía a jugar con la pelota o a la playa con los amigos, Grillo también fue a Salaverry y vivía cerca, entonces allí también se refugiaba por que además que le gustaba su hermana. Su casa era grande con una pérgola hermosa con luces verdes y tenían loritos australianos o camaleones, una puerta de servicio por la que siempre ingresaba Cucho, pero un día como muchos en realidad salió sin pedir permiso por la mañana y no llegaba, la hora de almorzar, la cena y no se aparecía, él llego a su casa a las seis y media de la tarde y se coló por la pérgola silenciosamente hasta ubicarse detrás de la puerta de la cocina donde se encontraban sus hermanos y su madre comentando su ausencia, decían donde estará que habrá pasado, que es un irresponsable, que es un mal hijo, mientras él seguía en el mismo lugar escuchando lamentos y preocupaciones, dieron las once de la noche y cansados de esperar su llegada decidieron dormir y al cerrar la puerta de la cocina, adivinen, claro Cucho solo atino a esbozar una ligera sonrisa que se le esfumo rápidamente al caerle el primer vergazo y otro y otro, es cuando ya cansada su madrecita que solo quería que sea un niño normal le mando a lavarse la cara, en el baño Cucho frente al espejo se lavaba la cara y al verse reía, reía y reía diciendo “no me ha dolido, no me ha dolido jajajajaj”, su expresión de locura se acrecentaba y rompió a llorar, solo por las heridas que en su alma si le dolían, quería gritar auxilio pero nadie le escuchaba, tampoco entendía que pasaba, por que esa fuerza interna lo tranquilizaba y le hacia ver la verdad, los flagelos de su alma crecían, pero igual al siguiente día la vida seguía, luego decidió la familia mudarse nuevamente, esta vez a Trujillo, Cucho tuvo que quedarse a concluir el año así que viajaba todos los días para asistir a la escuela en Salaverry, donde su señorita, fea y mala también le encargo que venda unos caramelos, pero Cucho se los comió y por eso le golpeo con una regla plástica en la oreja, provocando que se le desprendiese parte de ella, esto no fue suficiente para que Cucho siguiese su vida en búsqueda de no se que, ni no se donde, comenzó a formar su grupo para no asistir a la escuela e irse a la playa a ver el desembarque de ganado argentino que llegaba a nuestras costas, pero aun así logro aprobar en la escuela.
Ya en Trujillo fue matriculado en una de la mejores escuelas, donde su torturador se apellidaba Paz, desde el principio lo atormentó con palabras insultantes y humillantes, como flojo, holgazán, imbécil, cada palabra era un flagelo para su alma, sentía ira y temor, no estudiaba, buscaba entre los amigos poder dejar la soledad que le embargaba, se sentía fuerte con ellos se peleaba y armaban reuniones para conversar, fue cuando decidieron hacer un lonchecito para el grupo y para conseguir leche tuvo que ir a la casa de Ledesma diciendo que era de una escuela de Chiclayo que habían venido de excursión y necesitaban les donen leche y así la obtuvo, lo que si no supo como desaparecer, meses después, cuando se encontró con la madre de Ledesma; entonces cursaba el tercer año y era pésimo en ortografía y también en matemática, su nota más alta once lo cual solía celebrarlo, su hermanita Amy le apoyaba en la firma de sus exámenes, fue el ángel que evitaba sea castigado, entonces ocurrió algo en la casa donde vivían encontró una monedas blancas de veinte centavos que inocentemente cogió y fue a comprar en la tienda al lado de su casa de un señor que le gustaba darle la mano para asustarlo con electricidad, ya que este sujeto se daba baños eléctricos, al ver las monedas el tendero aviso a su madre de Cucho quien avergonzada e indignada por el proceder de Cucho fue tras la verga y lo castigo, preguntándole en reiteradas oportunidades si había sustraído las monedas, a lo que él respondía que no había sido, muchas veces lo negaba a pesar de los vergazos, su madrecita cansada zarandeándolo lo condujo al dormitorio donde había una imagen de un hombre santo, un negrito bueno que parecía mirarle, ante esta imagen te pregunto otra vez, dijo la madre, ¡tu has cogido las monedas!, y el negó nuevamente, dime, ¡porque me podrás mentir a mi pero no a este negrito santo ni a Dios que lo sabe todo!, miró entonces a la imagen de yeso o barro, no importa, él sabía que eso no era importante sino lo que significaban, sintió que los flagelos y las heridas provocados por ellos se desvanecían en su alma, el llanto no ceso y solo atino a decir perdóname mamá, perdóname Diosito lindo, cayendo de rodillas en el suelo, la madre lo acompaño en este gran momento para él, donde sintió que su soledad terminaba, entonces sentía latir su corazón y encontró alivió en sus heridas y perdón por la heridas provocadas a tanta gente.
Llego el examen final, entonces era con jurados y todo, le dijeron en el oral que se orientara - norte, sur, este, oeste - dijo señalando a los lugares equivocados y fue entonces desaprobado de año, y el día que lo supo se puso doble pantalón, se forró todo para evitar que el castigo que iba a recibir no le doliente tanto, sabía que se lo merecía, llego luego de estar largo rato en la esquina a la puerta de su casa, se encontró con Calín su hermano mayor quien agarrándole de la cabeza le dijo: - te han desaprobado verdad, no importa aun eres joven y tendrás oportunidad de enmendar tus errores-, siguió a ver a su madre y listo ya para recibir los vergazos, se sorprende al recibir de ella un abrazo lloroso y le dice: - el próximo año será mejor hijo mío-, entonces sin responder nada sigue solo hasta el corral y trepa al techo con sus exámenes bajo el brazo y allí se sienta y empieza a romper todos sus ceros, dos, onces, pruebas de un pasado lleno de silencio y de flagelos del alma, mirando a un futuro diferente en el cual se propuso ser bueno, y las lágrimas no cesaban de humedecer su cara y su arrepentimiento fue tan grande que sus heridas cicatrizaron para siempre y rompió como arte de magia, por que no como un milagro, con ese algo que le ató al terror de ser flagelado toda la vida, entonces pensó y dijo en voz alta “Ángel de mi guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, porque si me faltas yo me perdería”.

AMOR GRAFICO AMOR DE GARABATO

La miraba con la emoción de una paloma que a tres, dos o a un paso levanta vuelo por el instinto a ser destruida, y solo nos separaba un metro o talvez menos de su mirada, pero ella no me mira, yo la observo en cada movimiento, que gracia, que elegancia, que perfección, es acaso una diosa del Olimpo o un ángel del cielo, ángel bueno, y al rozar mi ropa con su cuerpo, empiezo a temblar, zumba en mis oídos su voz que no escucho, son los tambores del corazón que anuncian su presencia, me muevo de un lugar a otro y la miro de reojo, ella parece seguir mis actos, uno a uno, me pongo nervioso de alegría por que se fija en mi, pero de repente la miro y ella con su pelo azul y su cara cubierta de escarcha, recostada en la pared se hace la desentendida y parece levantar la vista, me hace bajar la mirada, la amo, que hermosa, y empiezo a soñar con ella cada noche, la escucho decirme que también me ama, pero solo soy yo mismo…
Al atardecer voy a verla de nuevo, entonces me perfumo, me acicalo cuidadosamente para oler bien y atraer a la musa adorada, me lleno de perfume y de emoción, con una gran dotación de valor, por que ahora si le diré con todas mis fuerzas que sin ella no soy nada, es el amor la vida, al dirigirme a verla hago planes de lo que le propondré, a donde ir, que visitar, pasear talvez por el parque o sentarnos a ver pasar la gente, los pájaros volar, a los niños jugar o a las hojas de los árboles moverse por acción del suave viento, pero al estar frente a ella el silencio se adueña de mi ser, el sentido de la palabra y la capacidad de razonar desaparecen, solo la miro y le sonrió, ella con sus ojos rasgados por la pintura, arte que la hace mas hermosa aun, azules son sus párpados y sus pestañas, mas su mirada es clara como el agua, llena de ternura y energía, parecen llamarme con su silencio también, su boca parece una flor y sus labios sus pétalos, teñidos de sensualidad con un aroma que no logro reconocer pero es agradable a mi sentir, me muevo nuevamente delante de ella esperando su atención, una sonrisa quizás, pero no, a la gente la veo acercarse a mi musa, a jóvenes como yo también, entonces me pregunto porque me ha hechizado con su belleza, porque el resto no percibe lo que mis sentidos y el corazón perciben, será por el amor que siento hacia ella y el que ella siente hacia mí?. Con esa incógnita vuelvo a las calles miro por todos lados me siento un extraño entre tanta gente y busco entre ellos a mi amada sin hallarla, mañana volveré.
Le hablo a mis amigos de mi gran amor, a las hojas blancas las lleno de sentir con poemas cortos llenos de lágrimas y emoción que como letras y palabras fluyen así, tal médium entre el alma y la realidad , yo poeta?, que barbaridad pensar así, si nunca hice nada parecido, que me esta pasando acaso enferme, es esto amor, un frenesí como oasis en la soledad, un grito de esperanza para esta criatura que sin saber de aquello da nacimiento al amor, ella se muestra en mi mente y ensayo que decir, tu mirada azul, tu reflejo, mi palomita cuculí eres mi felicidad, la luz del camino llamado destino junto a ti, entonces me duermo placidamente.
Voy a verla, y no la encuentro, como preguntar por ella sino se su nombre, preguntare por la mas bella de la exposición, el autor del retrato o la autora quizás, ya no hay nadie la he perdido, y ese oasis de ternura se desvaneció, estoy en el desierto de la soledad un amor que se fue, prefiero no haber soñado con ella porque ahora mayor es el sufrir.

LA MUERTE DE UN POETA

La pregunta que siempre me hice es, si los escritores ¿se hacen o así nacen?, la respuesta nunca es respondida absolutamente, ya que algunos lo han sido desde antes de ir a la escuela, otros fueron estimulados en las aulas, de primaria, secundaria, o la universidad, pero también hay quienes viejos o entrados en años se inician en esta labor, como establecer entonces una respuesta certera a la pregunta, pero lo que si se es que, los poetas también mueren, te contare de Sebastián aquel niño que escribía y escribía, montones de cosas, era pura imaginación, emoción de dieciocho kilates, insaciable y lo mas impresionante es que la inspiración afloraba en él como agua en un manantial abundante, a borbotones, fresca y sensible, capaz de aplacar la sed de cuentos o historias fantásticas y románticas, de un mundo nuevo o raro, así era Sebastián, despierto, amiguero, juguetón, palomilla y además estudioso. Seguramente ya adivinaste que el cuento que te voy a contar es sobre él, sí, andaba por las calles rumbo a su colegio, en el micro repasaba la poesía que el profesor de literatura les había encargado que aprendieran, era libre la elección por ello escogió “La Niña de la Lámpara Azul”, de José María Euguren, la repetía y la repetía, estaba listo para recitarla, no para declamarla eso era mucho pedir, era de los que escribían pero no de los que hablaban, llego a su aula y vio que todos estaban repasando su poesía, se sentó donde siempre, la tercera carpeta de la primera columna a la derecha, detrás de Zapata y siguió leyendo y repitiendo, entonces el profesor empezó a llamar, salió Moreno y recito el poema “Los Heraldos Negros”, como una estatua, sin emoción, pausadamente, pero cumplió, se le ordeno que se sentara, llamaron a Ledesma, este no había aprendido ninguna poesía y se paro para decírselo al profesor, ¡Cero! de nota y lo mandaron a sentarse, el ambiente se volvía tenso y la energía salía de los cuerpos sobre las cabezas se formaba una nube de aire turbio y caliente como un espejismo en la carretera, fueron saliendo uno a uno, hasta que llamaron a Calín, se paro delante de todos y digo –mamita mamita, me siento a la mesa me da mi sopita, gracias- y se sentó rápidamente, toda el aula estaba en silencio esperando la reacción del profesor, ¡Cinco!, ¡Sebastián adelante!, camino lentamente , se colocó frente a sus compañeros, todos le miraban con esperanza de que él contentara al profe, pero él los miraba también, en silencio hasta que éste fue roto por el profesor que le digo que si había olvidado el nombre de la poesía no importaba, que empiece, temblaba aterrorizado de vergüenza que todos le miraban, respiro profundo y exclamó:”del autor Rubén Darío… por el pasadizo silencioso…”, luego nuevamente silencio y más silencio, era escalofriante ver a Sebastián hundido en lo mas profundo de su interior, no veía a nadie, no escuchaba, ni hablaba, eso que los adultos llamaban “lagunas mentales” se había producido, o más aun era un “mar mental”, tan profundo, cadavérico y desgarrador, tuvieron que sus compañeros conducirlo a su silla, donde comenzó a salir de aquel hoyo espacial que lo había transportado a un lugar que el ya no recordaba, era acaso cosa del demonio, “soy tal vez un idiota desmemoriado”, se decía al no comprender lo que había pasado, ¡sí yo lo sabía!, repetía una y otra vez, cinco fue su nota, el profesor solo atino a decir, “ él sabe”, entonces terminó la clase.
Sebastián contó a su madre lo sucedido, tratando de encontrar una explicación lógica, incluso le recito el poema con puntos y comas, su madre le sacudió el pelo y le susurro al oído, son cosas que pasan, no te amilanes por eso, son los retos de la vida, trata de superar ese miedo que llevas dentro de ti.
Entonces se apertura las inscripciones para el teatro escolar, y se apuntó, pero no calificó, claro si era tímido y no podía hablar en público, su mundo reducido a unos cuantos amigos habían hecho de él un ermitaño en la ciudad, su choza era el cuarto donde dormía, donde además dos espíritus lo acompañaban: la soledad y el ruido, pero así soñaba ser popular y lo único que sabía era escribir, decidió aprender a expresarse en público, y aun cuando fue descalificado para integrar el grupo de teatro, habló con el profesor para inscribirse pagando una mensualidad para que le enseñaran, pero le adelanto al profesor de teatro que lo que quería es aprender mimo ya que hablar no sabía, sin embargo, poco a poco se introdujo en el arte de hablar y mimo nunca le enseñaron, aunque lo aprendió viendo a otros, y resulto en la primera obra como un mendigo apareciendo desde el público, ¡una limosnita por favor, una limosnita por favor!, sus piernas le temblaban pero su voz sonaba segura, el miedo había sido superado, comprendió que solo se aprende a nadar nadando, no había otra forma y así fue, participó de un concurso sobre el Ramón Castilla y las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma, le avisaron el día viernes por la tarde que debía representar a su colegio, busco libros, el sábado avanzó un poco pero era insuficiente, solitario buscó bibliotecas el domingo y llego caminando a una del Club Huallaga, tocó la puerta y solicitó el apoyo, entonces encontró los libros que buscaba y pudo el día lunes presentar el trabajo que lo hizo merecedor al segundo puesto, lo cual le lleno de placer, había descubierto que no solo poesía podría escribir, también prosa y mas aun podría colocar lo que pensaba al respecto, se sentía libre de hacerlo. Pasaron los días y fue convocado nuevamente para escribir esta vez un ensayo, ¿qué es un ensayo se pregunto?, escrito breve sobre un tema en particular le dijo el “Ciego” Zavaleta, así llamaban con cariño a un profesor de literatura, y lo metieron en una aula con lápiz y papel, ¡escribe!, cerraron el ambiente y le ordenaron, sólo otra vez, se puso a escribir y escribir, a ratos la secretaria asomaba su arrugada cara para recibir lo que estaba listo para tipearlo en la antigua máquina de escribir, toda una tarde desarrolló el tema, la juventud y la lucha de clases, tema propuesto por el Club organizador del concurso, y por fin a las seis de la tarde lo concluyó y fue revisado por el “Ciego” para su presentación al día siguiente, Sebastián tenía en sus manos el trabajo, lo miraba y remiraba, incrédulo de que él lo podría haber engendrado, en su interior decía -no puede ser que mis manos hayan escrito tanto, es acaso magia, o un embrujo que me permitía hacer semejante cosa- no comprendía el fluir de sus ideas y lo simple de ellas, de donde salía tanto, es que alguien le dictaba y ordenaba las ideas y le movía las manos para poder impregnarlas en las hojas blancas, pero se sentía feliz ilógicamente, se sentía diferente. Los resultados del concurso se dieron y fue el ganador, declarándose desiertos los demás puestos, le hicieron entrega de un premio en dinero y un libro, pero el premio mayor era ser reconocido, se sentía grande, soy un escritor voceaba a sus adentros, quería saltar de alegría, gritar sus triunfos, pero no, tenía que guardar cordura, en su casa su madre y hermanos restaban importancia a estos hechos, un abrazo por compromiso sin afecto, sin la emoción esperada, era un triunfo solitario que le daba satisfacción. Entonces siguió escribiendo poemas no para un concurso sino para si mismo, eso le gustaba mas, se sentía volar por el firmamento del amor y la violencia de su alrededor. Conoció a Ivonne una estudiante de otro colegio a quien escribió un poema con versos alejandrinos y ella le agradeció sobre manera, lo cual le gusto a Sebastián, no era un concurso pero el premio fue muy estimulante, y siguió escribiendo montones de hojas, montones de versos, que leía y lo hacían grande para sí, tantos poemas tenía que a sus catorce años ya, pensó que alguien más que él debía leerlos y criticarlos, tomo la decisión de que sean evaluados por alguien que conozca el tema, conoció a un literato llamado Estrada, viejo y con mirada taciturna, le llevo todo el paquete de poemas, esperando que algo de ello resultase, a los quince días fue a ver al crítico quien lo recibió en su sala y le entrego tres hojas, “estas valen le dijo”, y el resto preguntó Sebastián, “esos no”, entonces un hielo cubrió su cuerpo desde la punta de sus pelos, bajando por su cara, su pecho, como si nitrógeno líquido le corriese por sus venas en vez de sangre, sus brazos y piernas también lo sentían, petrificado solamente miraba al literato, recibió su material, agradeció casi como un autómata y salió. Ya en la calle no pensaba en nada caminó tres o cuatro cuadras en silencio sin pensar en nada, se detuvo, se sentó al filo de la vereda y lloró, mientras tanto rompía las hojas de los poemas, una tras otra, no escribiré más, nada de lo que hago sirve, ha muerto el poeta se repetía, y sus cenizas debe llevarlas el viento, las letras viene del pueblo y al pueblo deben volver, ideas fueron y en viento se convertirán, su llanto no podía contener, las hojas que contenían los poemas calificados como buenos, fueron también rotos y sepultados en el olvido, una vez concluido este ritual fúnebre Sebastián quedo sentado rodeado de pedazos de hojas que como pétalos movía el viento, se puso de pie caminó por lugares inciertos para nunca mas escribir, el poeta había sido muerto, ¡ha muerto el poeta!.