Cucho corría por las calles del puerto, cuyas calles con subidas le parecían montañas o mejor toboganes impresionantes, será porque su talla era de apenas ochenta centímetros, pequeño era él, gordito, frente ancha, pelo lacio y con una fuerza física increíble, lo que le permitió liderar a un grupo de muchachos de su edad, seis años entonces: El Cholo, William, el Grillo, el Cantante y el Chino subían por los techos y jugaban a la guerrita, a las carreras que fomentaba un señor de la tienda de la esquina de su casa y que posteriormente fuera preso por alguna culpa, entonces estaba en el jardín de niños, frente a la iglesia de su puerto querido Pacasmayo, una casa de madera grande muy grande donde un día la profesora le jalaba las orejas porque él decía que agua se escribe “gua”, considerando que la bolita de la “ge” tenía la “a” incorporada cosa que la señorita no entendía y Cucho no comprendía, un día la profesora salió y les dejaron solos en el jardín, fue cuando Cucho armó una revolución promoviendo el juego en la resbaladera donde hizo que todos subieran a la vez y el resultado fue fatal, ésta se rompió y todos cayeron felizmente nadie salio herido, bueno casi nadie, solo Cucho que al llegar la profesora fue despedido del jardín, ¡expulsado! , salió triste con destino a su casa, eran todavía las diez de la mañana, aun sin comprender lo que pasaba, era solo un juego pero aun le ardía la oreja y los gritos de incorregible, llegó al pié de la escalinata de la iglesia la cual le pareció gigantesca, le dolía tener que subirla con el peso de la culpa que se le dio, al llegar a casa generó cólera por su proceder de parte de unos, y pena de parte de otros, era un pequeño, si pero pequeño malandrín.
Su madre decidió ponerlo en otra escuela donde la disciplina era lo máximo, reconocida por todos en el puerto, la escuela de la señorita Llontop, y comenzó a ir, pero igual se aburría, los amigos con los que siempre jugaba le hacían interesante la vida, con ellos iba a los evangelistas para pintar imágenes de Dios acariciando y abrazando a los niños como un padre, aquel que él nunca tuvo pero deseaba tener, y a muchos trato de llamar papá pero solo lo hizo a Don Aníbal un tío cercano de la familia a quien estimo hasta su muerte, dos padres muertos, que soledad cubría su vida, aun siendo el décimo de una gran familia que seguramente querían lo mejor de él, otras veces iba a cantar en casa del tío el dentista y le daban su propina, o la radio “Americana” con el Cantante y otras veces se metía en casa del carpintero a jugar con sus hijas y frente de su casa también allí se quedaba a jugar para no ir a la escuela hasta que lo pescaron y le dieron una paliza, claro no con palos, sino con una “verga” así le llaman a un instrumento de hilachas de cuero trenzadas que también utilizan para arriar a los caballos, algo similar a las riendas, lloró entonces de vergüenza, de rabia por que había sido atrapado.
En una oportunidad, Chirley, su hermana, quedo en casa, y él se fue a vagar por allí todo el día, lo cual causó preocupación y cuando llego, ella agarró un periódico lo estrujo dándole forma de un palo y luego prendió con fuego y se lo paso a Cucho por las piernas para evitar que siga siendo un mataperro, escena que asustó a Cucho quien no atinó sino a llorar y pedir perdón que no lo volverá a hacer, lo que ciertamente era un mentira.
Entonces ya no fue más al jardín de infancia, pero el año siguiente le encargarían la misión de encaminarlo al profesor Lezcano, hombre pelado, gordo, pero muy buena persona, paciente con Cucho que solo pensaba en la palomillada, fue cuando estando en primer año, que se organiza un paseo para los alumnos de cuarto y quinto año, el lugar de destino era el campo de aterrizaje donde se volarían unas cometas gigantes con forma de avión, tan grandes eran que se utilizaba sogas para sostenerlas en el aire, aventura que Cucho no se podía perder así que como siempre con una mentira logró que su buena madrecita le preparase el fiambre, el día del paseo salió de casa y se escondió en la esquina de la escuela, no entró, solo esperó que saliesen los paseantes para colarse entre ellos e ir al paseo cosa que logró, en la algarabía del vuelo de las cometas él jugaba con las piedras y arena, entre sus pantaloncitos cortos sintió un picotazo en la nalga y chilló saltando y dándose de palmadas en el trasero, gritaba, la picadura de un alacrán lo hizo llorar por lo que de inmediato fue descubierto que no debía estar allí y fue remitido a su casa, donde su madre le aplico en el lugar de la picadura medio limón con sal previamente calentado en la cocina, y de nuevo chilló, pero lo tomo como un castigo a la desobediencia.
Su madre y hermanos decidieron ir a vivir a otro puerto, el de Salaverry donde solo cambió el escenario ya que Cucho seguía en las andadas, era entonces castigado severamente, con la verga y jalones de oreja con chucaque, en Salaverry la vida era mas emocionante salía a jugar con la pelota o a la playa con los amigos, Grillo también fue a Salaverry y vivía cerca, entonces allí también se refugiaba por que además que le gustaba su hermana. Su casa era grande con una pérgola hermosa con luces verdes y tenían loritos australianos o camaleones, una puerta de servicio por la que siempre ingresaba Cucho, pero un día como muchos en realidad salió sin pedir permiso por la mañana y no llegaba, la hora de almorzar, la cena y no se aparecía, él llego a su casa a las seis y media de la tarde y se coló por la pérgola silenciosamente hasta ubicarse detrás de la puerta de la cocina donde se encontraban sus hermanos y su madre comentando su ausencia, decían donde estará que habrá pasado, que es un irresponsable, que es un mal hijo, mientras él seguía en el mismo lugar escuchando lamentos y preocupaciones, dieron las once de la noche y cansados de esperar su llegada decidieron dormir y al cerrar la puerta de la cocina, adivinen, claro Cucho solo atino a esbozar una ligera sonrisa que se le esfumo rápidamente al caerle el primer vergazo y otro y otro, es cuando ya cansada su madrecita que solo quería que sea un niño normal le mando a lavarse la cara, en el baño Cucho frente al espejo se lavaba la cara y al verse reía, reía y reía diciendo “no me ha dolido, no me ha dolido jajajajaj”, su expresión de locura se acrecentaba y rompió a llorar, solo por las heridas que en su alma si le dolían, quería gritar auxilio pero nadie le escuchaba, tampoco entendía que pasaba, por que esa fuerza interna lo tranquilizaba y le hacia ver la verdad, los flagelos de su alma crecían, pero igual al siguiente día la vida seguía, luego decidió la familia mudarse nuevamente, esta vez a Trujillo, Cucho tuvo que quedarse a concluir el año así que viajaba todos los días para asistir a la escuela en Salaverry, donde su señorita, fea y mala también le encargo que venda unos caramelos, pero Cucho se los comió y por eso le golpeo con una regla plástica en la oreja, provocando que se le desprendiese parte de ella, esto no fue suficiente para que Cucho siguiese su vida en búsqueda de no se que, ni no se donde, comenzó a formar su grupo para no asistir a la escuela e irse a la playa a ver el desembarque de ganado argentino que llegaba a nuestras costas, pero aun así logro aprobar en la escuela.
Ya en Trujillo fue matriculado en una de la mejores escuelas, donde su torturador se apellidaba Paz, desde el principio lo atormentó con palabras insultantes y humillantes, como flojo, holgazán, imbécil, cada palabra era un flagelo para su alma, sentía ira y temor, no estudiaba, buscaba entre los amigos poder dejar la soledad que le embargaba, se sentía fuerte con ellos se peleaba y armaban reuniones para conversar, fue cuando decidieron hacer un lonchecito para el grupo y para conseguir leche tuvo que ir a la casa de Ledesma diciendo que era de una escuela de Chiclayo que habían venido de excursión y necesitaban les donen leche y así la obtuvo, lo que si no supo como desaparecer, meses después, cuando se encontró con la madre de Ledesma; entonces cursaba el tercer año y era pésimo en ortografía y también en matemática, su nota más alta once lo cual solía celebrarlo, su hermanita Amy le apoyaba en la firma de sus exámenes, fue el ángel que evitaba sea castigado, entonces ocurrió algo en la casa donde vivían encontró una monedas blancas de veinte centavos que inocentemente cogió y fue a comprar en la tienda al lado de su casa de un señor que le gustaba darle la mano para asustarlo con electricidad, ya que este sujeto se daba baños eléctricos, al ver las monedas el tendero aviso a su madre de Cucho quien avergonzada e indignada por el proceder de Cucho fue tras la verga y lo castigo, preguntándole en reiteradas oportunidades si había sustraído las monedas, a lo que él respondía que no había sido, muchas veces lo negaba a pesar de los vergazos, su madrecita cansada zarandeándolo lo condujo al dormitorio donde había una imagen de un hombre santo, un negrito bueno que parecía mirarle, ante esta imagen te pregunto otra vez, dijo la madre, ¡tu has cogido las monedas!, y el negó nuevamente, dime, ¡porque me podrás mentir a mi pero no a este negrito santo ni a Dios que lo sabe todo!, miró entonces a la imagen de yeso o barro, no importa, él sabía que eso no era importante sino lo que significaban, sintió que los flagelos y las heridas provocados por ellos se desvanecían en su alma, el llanto no ceso y solo atino a decir perdóname mamá, perdóname Diosito lindo, cayendo de rodillas en el suelo, la madre lo acompaño en este gran momento para él, donde sintió que su soledad terminaba, entonces sentía latir su corazón y encontró alivió en sus heridas y perdón por la heridas provocadas a tanta gente.
Llego el examen final, entonces era con jurados y todo, le dijeron en el oral que se orientara - norte, sur, este, oeste - dijo señalando a los lugares equivocados y fue entonces desaprobado de año, y el día que lo supo se puso doble pantalón, se forró todo para evitar que el castigo que iba a recibir no le doliente tanto, sabía que se lo merecía, llego luego de estar largo rato en la esquina a la puerta de su casa, se encontró con Calín su hermano mayor quien agarrándole de la cabeza le dijo: - te han desaprobado verdad, no importa aun eres joven y tendrás oportunidad de enmendar tus errores-, siguió a ver a su madre y listo ya para recibir los vergazos, se sorprende al recibir de ella un abrazo lloroso y le dice: - el próximo año será mejor hijo mío-, entonces sin responder nada sigue solo hasta el corral y trepa al techo con sus exámenes bajo el brazo y allí se sienta y empieza a romper todos sus ceros, dos, onces, pruebas de un pasado lleno de silencio y de flagelos del alma, mirando a un futuro diferente en el cual se propuso ser bueno, y las lágrimas no cesaban de humedecer su cara y su arrepentimiento fue tan grande que sus heridas cicatrizaron para siempre y rompió como arte de magia, por que no como un milagro, con ese algo que le ató al terror de ser flagelado toda la vida, entonces pensó y dijo en voz alta “Ángel de mi guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, porque si me faltas yo me perdería”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario